Sinopsis
Sinuosa y serena, la pampa cautiva a un niño. Estamos a mediados del siglo XIX; más allá del paisaje deslumbrante, es un territorio que no ahorra hostilidad. Los malones no están tan lejos, la realidad es áspera. Pero ese niño no repara en eso, solo tiene ojos para la naturaleza. Las aves y la tierra, los enigmas de la evolución, el callado parentesco de la belleza y la soledad.
Ese niño, llamado Guillermo Enrique Hudson, se convertirá en un gran escritor argentino unas décadas más tarde. Naturalista eximio, novelista singular, antes de dar ese paso cambiará de país, se mudará a Londres, y de idioma. Allí trabará amistad con otros dos escritores: Robert Cunninghame Graham, que vivió unos años en América Latina y amaba la región, y con Joseph Conrad, quien hizo el mismo recorrido que Hudson: dejó su tierra natal, Polonia, y su lengua, para adoptar el inglés. En ese triángulo no siempre armonioso, donde el afecto se empareja con la rivalidad y las miserias personales, cada uno a su manera mantendrá un diálogo singular con el mar y los barcos, los caballos y los pájaros.
Con una prosa exquisita, con una atención al detalle propia de los poetas, Miguel Vitagliano escribió una novela tan sutil como hermosa sobre la añoranza, sobre esa patria que es la infancia. Sin tocar jamás la nota de la nostalgia, Viaje a las cosas rememora con espíritu estoico y deja al descubierto el azar misterioso que enhebra las tramas de una vida.